Escrito por : Unknown domingo, 7 de agosto de 2016




  Hola nuevamente, hoy continuamos con la segunda parte de la serie Reflexiones sobre el amor. Si no has leído la primera parte de la misma o si necesitas refrescar la memoria puedes hacerlo aquí: aquí

¿Por qué se nos hace tan difícil experimentar el amor?
   Porque si todos conocemos las diferentes formas y maneras de catalogar el amor se nos hace tan difícil experimentarlo, disfrutarlo y vivirlo. Son tantos los tropiezos y errores que cometemos que muchas veces terminamos sintiendo que no somos merecedores de ser amados

Creo firmemente que una de las razones para esto es porque partimos en torno a diferencias y etiquetas sociales para hacer nuestras elecciones en base a lo que debe ser y muchas veces no sabemos que realmente deseamos. Tenemos las inmensas listas de todo lo que deseamos en la persona ideal que queremos amar pero pocas veces nos preguntamos cuantas de esas mismas características son las que nosotros tenemos para aportarle a la persona en caso de que llegue a nuestras vidas.  El problema es que nosotros buscamos diferentes fuentes de expresiones de amor, ya sean físicas, emocionales e incluso económicas. Y lo que pretendemos con ésto es intentar llenar el vacío que hay en nosotros que aun hemos sido capaces  de llenar por nosotros mismos lo cual  que es parte de nuestro proyecto de vida personal.

En realidad hay una sola fuente de amor puro y ese único amor que existe es el amor ágape. Este es el amor de Dios hacia toda su creación. Dios nos ama tal y como somos, no importan tus características físicas, económicas, no importa si estás enfermo o estás sano, no importa si tienes buenos o malos sentimientos, si eres honesto o deshonesto, si eres bondadoso o cruel para Dios todos somos iguales justos e injustos porque todos somos parte de su creación hechos a su imagen y semejanza y la única diferencia es que algunos hemos aceptado, disfrutado y vivido bajo la fuente de su amor y otros la han rechazado, le dan la espalda y tienen una vida llena de sed interior. 


    Cuando aprendemos a amar a Dios de la misma forma en que el nos ama a nosotros es que nos damos cuenta de que no existe mas ningún tipo de amor. El amor siempre es el mismo, siempre fluye de dentro de nosotros desde nuestra fuente infinita. Es como si Dios fuese un mar en calma y nosotros fuésemos los brazos de ríos que filtran su agua a través nuestro para que a  su vez sea fluida a otros por medio de riachuelos y lagos. De ese modo es que se expresa el verdadero y único amor de Dios en nuestras vidas.


Nadie puede dar lo que no tiene, es por tal razón que el amor de Dios se debe reflejar en amor a nosotros mismos primeramente. Es como cuando vemos nuestro reflejo en un lago, el lago me muestra el rostro que yo estoy presentando. Si mi rostro es amoroso; voy a reflejar amor.Si mi rostro es amargado voy a reflejar amargura. Dios es el reflejo en el lago y cuando nosotros nos acercamos y aprendemos a vernos tal y como el nos ve nos llenamos del agua de vida que sale de su fuente infinita y solo entonces al mostrar nuestro rostro reflejaremos a Dios. Por tanto ya nuestro amor no será mas condicionado, no será un amor expuesto a cambiar con la temporada, con las modas, con los intereses, con los hábitos; sino que será un amor puro e incondicional primero hacia nosotros mismos

 ( pues somos parte de la fuente) y segundo hacia los demás pues damos lo que interiormente sentimos. Es entonces que realmente sentiremos la verdadera fuerza del amor en nuestro interior.

   Lamentablemente, las personas hoy día buscan satisfacer en otros, lo que no sienten por ellos mismos, por eso vemos tantas personas que dependen de otras personas para que ser provisto de felicidad, seguridad y comodidad ya sea de forma física o emocional y esto es una carga sumamente agotadora para las personas a quienes le han tocado el papel de ser los proveedores emocionales.

Otros buscan satisfacer sus necesidades primarias en el placer, la lujuria y el sexo,rindiéndole culto constante al cuerpo humano.El Sexo se puede convertir en una adicción, tan fuerte como la adicción al alcohol o a las drogas, del mismo modo el deseo y placer sexual sin control te va arrastrando poco a poco y te va sumergiendo en el mundo obscuro de la pornografía, de la prostitución ya sea solapada o no y de la infidelidad hasta hundir a su presa en la mas burda degradación humana.


    Hacer el amor es un acto sublime, hermoso, dulce. Tener sexo es un acto apasionado, grosero, muchas veces humillante. Sin embargo como todo lo que es insano, comienza a apoderarse de tus emociones, de tus sentimientos, de tu mente y de tu físico.Terminas arrastrado por impulsos, por momentos, por situaciones que muchas veces solo minimizan tu sentido de valor propio y de autoestima; pero que se convierte en un caos del cual pensamos que es imposible salir de el y muchas veces se acaba enajenado en las drogas, el alcohol u otros vicios para poder escapar de todas estas emociones mezcladas de dolor y placer, de confusión y excitación, pero sobre todo de culpabilidad y desdicha interior porque sabemos que no estamos siendo congruentes con nosotros mismos y que cada vez vamos devaluándonos mas y mas en el proceso y no encontramos como ponerle fin.

   La próxima semana estaremos viendo de que forma podemos descubrir y experimentar el amor de una manera integral en nuestras vidas. Hasta el próximo Lunes y que sean felices. 

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